Una inmensa pantalla corre a lo largo del salpicadero del Mercedes-Benz Clase E de forma casi análoga a como lo hicieron las salas de cine a finales de los 50 y los 60
A Henri Jacques Chrétien (1879-1956) el mundo audiovisual le debe mucho. Este parisino astrónomo inventó en 1953 el Cinemascope, un sistema que permitía ver las películas en formatos más amplios que los usados hasta ese momento. Hoy aquella solución ha evolucionado gracias a las nuevas tecnologías, pero ha dejado una forma de entender la imagen que tiene en el Mercedes-Benz Clase E uno de sus exponentes más sofisticados.
La triple pantalla de esta berlina de lujo es el centro en torno al que gira la vida de este coche al igual que La túnica sagrada, la primera película rodada en Cinemascope, envolvió a los espectadores que acudieron a ver cómo Richard Burton y Víctor Mature interpretaban un culebrón que solía exhibirse en Semana Santa.
Y eso se traduce en que en una parte de esa gran superficie audiovisual se muestran las flechas indicativas de por qué lado se aproximan los coches. También, en ella se puede activar automáticamente el proceso de aparcamiento e incluso es posible a través de una de sus funciones almacenar en memoria la forma de entrar y salir del garaje para que el coche pueda hacerlo sin intervención del conductor.
El conductor se queda sin palomitas
En Europa, el acompañante puede ver durante la marcha vídeos o televisión. Para evitar cualquier situación de riesgo, una cámara registra los ojos del conductor y detecta si miran a la pantalla que el acompañante tiene frente a él. Si lo hace, el sistema reduce el brillo de la proyección para que solo el pasajero pueda ver las imágenes gracias a la tecnología DLC (Dual Light Control).
El pasajero puede ir viendo películas sin que el conductor pierda la atención sobre la carretera
Pero el tributo de Mercedes-Benz al mundo audiovisual no se queda ahí porque si Hollywood concedió a Henry Chrétien un Oscar en 1954, el mundo del selfie le debe una al Mercedes-Benz Clase E. Cuando el vehículo está parado, el conductor puede participar en conferencias en línea a través de, por ejemplo, «Webex» e incluso tomar imágenes de vídeo y hacer fotos personales que se guardan en una memoria USB.
Lo bueno es caro
Y todo esto es posible porque Mercedes-Benz invierte ingentes cantidades en investigación y desarrollo. A diferencia de los fabricantes generalistas, que siempre andan limitados por el presupuesto, las marcas premium como Mercedes-Benz buscan la excelencia. Es lo que quieren y pagan sus clientes. ¿Significa eso que son los mejores coches del mundo? Son, al menos, de los mejores.
En el caso del Clase E hablamos de un coche de 4,95 metros, una anchura de 1,88 m, una altura de 1,47 m y un coeficiente de penetración Cx de solo 0,23. Bajo el largo capó delantero, en posición longitudinal, se ubica un motor turbodiésel de 4 cilindros en línea y 2 litros de cilindrada que proporciona 197 CV de potencia.
Concesiones a la hibridación
El Mercedes-Benz Clase E 220d incorpora un motor eléctrico de 23 CV que trabaja a 48 V. No puede mover el coche por sí solo en ningún caso, pero ayuda al de combustión en arrancadas y aceleraciones siempre que tenga carga en la batería. A diferencia de otros sistemas, no hace falta enchufarlo a la red, sino que se carga con la energía que se obtiene de las frenadas y deceleraciones. Y eso se traduce en un increíble consumo homologado de 4,8 litros/100 km que, cómo no, también se muestra en una de las pantallas. Puede que el dato, aun siendo muy destacable, no conmueva tanto como lo hizo Richard Burton, perdón el romano Marcelo, dirigiéndose al patíbulo por orden de Calígula, pero seguro que deja tan buen sabor de boca como lo hicieron las películas en cinemascope en los cincuenta y sesenta.