¿Qué va primero, el ejercicio o la salud mental? Un estudio descubre una sorprendente relación entre la función cognitiva y la actividad física
El declive de las capacidades cognitivas a partir de los 50 años se asocia a un posterior descenso de la actividad física, que a su vez se relaciona con mayores síntomas depresivos, según una nueva investigación publicada en Nature Translational Psychiatry. Los resultados sugieren, en contra de la creencia popular, que la función cognitiva predice los cambios en la actividad física, en mayor medida que la actividad física actúa como predictor de los cambios en la función cognitiva.
Realizar una actividad física regular y mantener una función cognitiva elevada son esenciales para la salud. Hasta ahora se pensaba que el declive de la actividad física afectaba a la salud mental. Sin embargo, podría ser a la inversa. Los investigadores se propusieron determinar si la actividad física precede al cambio en la función cognitiva, o es la pérdida de la función cognitiva la que provoca el cambio en la actividad física.
Para el estudio se analizaron datos longitudinales de 51.191 adultos de 50 años o más de más de 25 países. Los datos procedían de la Encuesta sobre Salud, Envejecimiento y Jubilación en Europa (SHARE), que se inició en 2004 y ha recogido información de los participantes aproximadamente cada dos años. La encuesta preguntaba: «¿Con qué frecuencia realiza actividades que requieren un nivel de energía bajo o moderado, como trabajar en el jardín, limpiar el coche o dar un paseo?». También incluía evaluaciones de los síntomas depresivos y del funcionamiento cognitivo (memorizar 10 palabras y recitarlas tras un retraso).
Los investigadores descubrieron que una mayor función cognitiva predecía una mayor actividad física dos años después y que una mayor actividad física predecía una menor sintomatología depresiva al cabo de dos años más. Es decir, un declive en la función cognitiva predecía un descenso de la actividad física, que a su vez predecía un mayor nivel de síntomas depresivos.
Esto indica que el deterioro de la función cognitiva predijo el declive de la actividad física. A su vez, la disminución de la actividad física repercutió negativamente en la salud mental. Aunque la relación es bidireccional, el modelo con la actividad física como mediadora se ajustaba mejor a los datos que el modelo con la función cognitiva como mediadora. En otras palabras, el funcionamiento cognitivo adecuado evita la inactividad.
Según los investigadores, la función cognitiva puede ser fundamental para favorecer el compromiso diario con la actividad física, y no sólo un resultado positivo que algunos pueden esperar de la participación regular en la actividad física.
Una posible explicación está en la teoría de la minimización del esfuerzo en la actividad física, que indica que los individuos tienden al mínimo esfuerzo, y esto explicar la dificultad para realizar una actividad física regular. Para superar esta resistencia, es imprescindible una función cognitiva adecuada.