Nuevos hallazgos de fósiles revelan con extraordinario detalle el aspecto que tenían estas criaturas marinas de hace 500 millones de años
La imagen de arriba es una reconstrucción artística del animal marino Gangtoucunia aspera, que vivió hace más de 500 millones de años durante el periodo Cámbrico. En el individuo del primer plano, el caparazón está dibujado sólo parcialmente para mostrar el tejido blando que hay debajo.
Los fósiles preservan a lo largo de millones de años los huesos y caparazones de animales extintos, pero por lo general no se conservan los tejidos blandos. En el suroeste de China, los investigadores han descubierto fósiles excepcionalmente bien conservados del periodo Cámbrico donde se pueden identificar caparazones duros y, esta vez, también tejidos blandos de animales de aquella época. Estos fósiles permiten ahora reconstruir el aspecto de las criaturas cuando estaban vivas, algo inusual para una época tan lejana. El equipo en torno a Guangxu Zhang, de la Universidad de Yunnan (China), ha publicado sus resultados en la revista científica Proceedings of the Royal Society B.
Los fósiles, encontrados en la provincia china de Yunnan, tienen una antigüedad de unos 514 millones de años. En ese periodo de la historia de la Tierra se produjo la llamada explosión del Cámbrico: en un tiempo geológicamente corto, de unos pocos millones de años, aparecieron casi de forma abrupta todos los grupos animales que existen en la actualidad. Al menos, por lo que podemos decir de los fósiles que han sobrevivido.
Por regla general, sólo han llegado a nosotros las partes duras de los animales de aquella época, es decir, los caparazones que contienen calcio y los elementos del esqueleto o los caparazones del cuerpo hechos de quitina o cartílago. Son principalmente estos los que se fosilizan, mientras que los tejidos blandos normalmente se descomponen rápidamente y, por tanto, ya no son reconocibles en el fósil. Por lo tanto, en la mayoría de los casos es casi imposible decir qué aspecto tenían los animales del Cámbrico cuando estaban vivos.
Esto es diferente con los restos fósiles encontrados ahora de Yunnan. Se formaron en un entorno pobre en oxígeno donde apenas había bacterias que suelen descomponer los tejidos blandos. Por ello, no sólo se conservan en ellas partes del esqueleto, sino también estructuras carnosas. Se trata de los restos de cuatro animales marinos de la especie Gangtoucunia aspera, un lejano pariente de las anémonas.
Fósil de una Gangtoucunia mostrando los tentáculos, la boca y el intestino. © LUKE PARRY AND GUANGXU ZHANG, UNIVERSITY OF OXFORD
Como muestran los fósiles, estas criaturas tenían un caparazón tubular que estaba unido a las rocas y de cuyo extremo superior sobresalía una boca. Estaba rodeado por un anillo de tentáculos lisos y no ramificados de cinco milímetros de largo. Los animales probablemente lo utilizaban para capturar presas, por ejemplo pequeños artrópodos. Sus intestinos terminaban ciegamente, por lo que no tenían una salida separada. Esto quiere decir que la boca era también el ano. También se puede ver que el tracto digestivo estaba dividido longitudinalmente.
Así pues, Gangtoucunia aspera poseía rasgos conocidos de los cnidarios modernos, entre los que se encuentran las medusas, las anémonas de mar y los corales. El parecido con las medusas paraguas es especialmente llamativo. En su fase larvaria, estas medusas forman el llamado escifópodo, un pólipo adherido a la roca con tronco, boca, corona de tentáculos y cavidad digestiva subdividida. En los animales del Cámbrico, la boca y el anillo de tentáculos sobresalían de la envoltura tubular del cuerpo, pero probablemente podían retraerse en caso de peligro. El propio caparazón estaba hecho de fosfato de calcio, un mineral que también se encuentra en los dientes y huesos modernos.
Como se desprende de los fósiles, Gangtoucunia aspera no estaba relacionada con los anélidos (gusanos) marinos, como algunos investigadores habían sospechado anteriormente. Sin embargo, esto no descarta la posibilidad de que otras especies del Cámbrico, de las que han sobrevivido fósiles con forma de tubo, pertenecieran en realidad a gusanos marinos.