El uso de fertilizantes químicos contribuyó a multiplicar por cuatro la población humana en el último siglo, pero su uso está destruyendo el medio ambiente
Reducir la contaminación por nitrógeno de las tierras de cultivo en todo el mundo es un «gran reto», afirma un grupo de investigadores internacionales en un estudio publicado en Nature en el que se esbozan una docena de reformas necesarias y urgentes.
El uso intensivo de fertilizantes químicos es el avance que ha permitido cuadruplicar la población humana en el último siglo y será crucial para alimentar a 10.000 millones de personas en 2050. Pero las abundantes cosechas de lo que en su día se llamó la Revolución Verde han tenido un coste terrible.
Hoy en día, más de la mitad del nitrógeno de los fertilizantes se filtra al aire y al agua, provocando una contaminación mortal, la acidificación del suelo, el cambio climático, el agotamiento de la capa de ozono y la pérdida de biodiversidad.
«Dadas las múltiples repercusiones del nitrógeno reactivo en la salud, el clima y el medio ambiente, hay que reducirlo en todos los medios, como el aire y el agua», explica a la AFP Baojing Gu, autor principal y profesor de la Universidad de Zhejiang. Las ventajas de hacerlo superan con creces los costes, añadió.
CICLO DEL NITRÓGENO
El mundo está inundado de nitrógeno, un elemento esencial para la supervivencia de todos los seres vivos, especialmente las plantas. Casi el 80% de la atmósfera terrestre es nitrógeno, aunque en forma gaseosa (N2) de escasa utilidad directa para la mayoría de los organismos. Este nitrógeno se pone a disposición de las plantas cuando los microbios que viven en ellas o en el suelo lo convierten en amoníaco mediante la fijación biológica del nitrógeno.
Este proceso canaliza cada año unos 200 millones de toneladas métricas de nitrógeno hacia el suelo y los océanos. Varias formas del nitrógeno acaban transformándose y vuelven a la atmósfera con la ayuda de bacterias, sobre todo en los humedales, tras filtrarse a los océanos o quemarse.
Pero este «ciclo del nitrógeno» natural se ha visto enormemente desequilibrado por el uso de unos 120 millones de toneladas de fertilizantes químicos al año, según el estudio. Menos de la mitad de esa cantidad es absorbida por las plantas, y el resto se filtra al medio ambiente causando toda una serie de problemas.
Los investigadores dirigidos por Gu analizaron más de 1.500 observaciones de campo en tierras de cultivo de todo el mundo e identificaron 11 medidas clave para reducir las pérdidas de nitrógeno y, al mismo tiempo, aumentar el rendimiento de los cultivos.
Una de ellas es la rotación de cultivos, que consiste en plantar diversos cultivos en la misma parcela para optimizar el flujo de nutrientes en el suelo. Los beneficios de reducir la contaminación agrícola por nitrógeno son unas 25 veces superiores a los costes de aplicación, que ascienden a unos 34.000 millones de dólares.
Para China e India (cuyo uso extensivo e intensivo de fertilizantes las convierte en los principales contaminadores mundiales de nitrógeno) ese coste sería de unos 5.000 y 3.000 millones de dólares, respectivamente.
Casi medio billón de dólares en costes evitados se reparten entre la reducción de muertes prematuras por contaminación atmosférica, el menor daño a los servicios de los ecosistemas y el mayor rendimiento de las cosechas.
A pesar de sus enormes beneficios, la gestión avanzada del nitrógeno tiene unos costes iniciales que estarían fuera del alcance de muchos pequeños agricultores sin el respaldo de fuertes políticas gubernamentales. Un sistema de créditos de nitrógeno, por ejemplo, podría subvencionar a los agricultores que adopten técnicas avanzadas de gestión del nitrógeno, aprovechando los beneficios económicos de la reducción de la contaminación por nitrógeno y el aumento del suministro de alimentos.
Para iniciar este círculo virtuoso, podría asegurarse un presupuesto financiero gravando a los consumidores de alimentos o a las empresas que utilizan la agricultura para la producción comercial de alimentos, o gravando las actividades y productos contaminantes, según la propuesta de los investigadores.