Los investigadores diseñaron su proyecto como un estudio de asociación de genoma completo. De este modo, identificaron variaciones genéticas en el genoma humano relacionadas con el desarrollo del cráneo y, en particular, de la nariz. Para ello, Adhikari y su grupo de investigación recurrieron a la información de una base de datos de genes que incluye datos de más de 6400 personas de origen europeo, africano e indio americano de América Latina.
A continuación, los investigadores marcaron zonas específicas alrededor de los ojos, la nariz y los labios en retratos fotográficos de los sujetos, y luego compararon sus datos genéticos. De este modo, Adhikari y sus colaboradores identificaron 42 regiones genéticas que parecen estar asociadas a la forma facial. Nueve de ellas ya se conocían por estudios anteriores, mientras que los investigadores identificaron 33 por primera vez. El equipo de Adhikari también pudo descubrir las funciones de 26 de estas regiones genéticas en los datos genéticos de personas de Asia Oriental, Europa y África.
En el caso de un segmento genético, los investigadores descubrieron que aumenta la altura de la nariz, medida desde la raíz hasta la punta. La secuencia podría ser una herencia del genoma neandertal, que en la muestra se dio predominantemente en sujetos con raíces indígenas y de Asia oriental.
«Hace tiempo que se especula con que la forma de nuestras narices fue determinada por la selección natural», dijo Qing Li, según un comunicado de prensa. Una cavidad nasal más larga proporciona más espacio y superficie cutánea para llevar el aire frío inhalado a la temperatura corporal. «El gen que identificamos aquí puede haber sido heredado por los humanos de los neandertales y les ayudó a adaptarse a climas más fríos cuando nuestros antepasados abandonaron África», explica Li.