Recibir un diagnóstico de autismo a los 20, 30, 40, 50 o incluso 60 años puede parecer desalentador, pero un nuevo estudio concluye que la edad a la que se diagnostica a una persona tiene poca influencia en su calidad de vida
El denominado «diagnóstico tardío» del autismo ha saltado recientemente a los titulares gracias a la activista Christine McGuiness. Mientras que el autismo suele diagnosticarse en la infancia, cada vez se diagnostica más en adultos y especialmente entre las mujeres.
Los padres se preguntan a menudo si el hecho de que su hijo descubra que es autista antes o después repercutirá en su vida a largo plazo. Muchas personas que descubren que son autistas de adultos se preguntan cómo habría sido su vida si lo hubieran sabido antes.
Con este telón de fondo, el nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad de Bath y el King’s College de Londres es el primero que examina si la edad a la que una persona se da cuenta de que es autista está relacionada con su calidad de vida, tras tener en cuenta otros factores cruciales como los ingresos familiares.
Los investigadores pidieron a 300 adultos autistas que informaran sobre la edad a la que supieron por primera vez que eran autistas, así como información detallada sobre sus antecedentes sociodemográficos, como la edad actual, el sexo, el origen étnico, la situación sentimental, el estado de vida, el nivel educativo, la situación laboral, los ingresos familiares y la presencia de otros trastornos mentales. También se midió el nivel de rasgos de personalidad autista de los participantes.
A continuación, los participantes completaron preguntas sobre distintos aspectos de su calidad de vida, incluidos aspectos físicos, psicológicos, sociales y ambientales. Por ejemplo, preguntas como: «¿Hasta qué punto considera que su vida tiene sentido?» y «¿Hasta qué punto está satisfecho con el apoyo que recibe de sus amigos?».
Los resultados publicados en la revista Autism descubrieron que la relación entre la edad a la que se toma conciencia de ser autista y las distintas áreas de la calidad de vida no estaba estadísticamente vinculada tras considerar otros factores. De hecho, otros factores estaban más estrechamente relacionados con la calidad de vida: Las mujeres autistas declaraban tener mejor calidad de vida que los hombres autistas, y las personas que padecían trastornos mentales adicionales (por ejemplo, ansiedad) declaraban tener peor calidad de vida.
La Dra. Lucy Livingston, investigadora principal de la Universidad de Bath y profesora de psicología en el King’s College de Londres, afirma: «Cada vez más personas se dan cuenta de que el autismo es un problema de salud mental: «Cada vez más personas descubren que son autistas por primera vez en la edad adulta, lo que puede cambiarles la vida. Como sabemos que muchas personas autistas experimentan una calidad de vida y un bienestar muy bajos, cabe preguntarse si descubrir que uno es autista a una edad más temprana mejora los resultados».