Las adversidades sufridas por las madres durante la infancia o el embarazo se reflejan en el microbioma intestinal de sus hijos
Un estudio dirigido por la Universidad de California en Los Angeles ha demostrado que las dificultades experimentadas por las madres durante su infancia o durante el embarazo se reflejan en la composición del microbioma intestinal de sus hijos de dos años.
Hasta ahora se sabía que, en los roedores, el estrés prenatal afecta al microbioma hasta la edad adulta, pero se desconocía cuánto tiempo después del nacimiento duraban los efectos en los humanos. Es probable que los cambios en esta comunidad de microorganismos sean una de las formas en que las dificultades de la madre afectan al desarrollo socioemocional del niño.
Los investigadores hallaron cambios de pequeña a mediana magnitud en los microbiomas de los niños. Esta investigación es la primera que documenta los efectos transgeneracionales de la adversidad en el microbioma intestinal humano.
LAS BACTERIAS Y EL CEREBRO
Cada vez hay más pruebas que relacionan el microbioma intestinal con el funcionamiento cerebral e inmunitario y, según los investigadores, es probable que los cambios en esa comunidad de microorganismos sean una de las formas en que las adversidades afectan al desarrollo socioemocional de los niños.
El estudio, que se publica en Proceedings of the National Academy of Sciences, se basa en investigaciones anteriores en roedores, que han demostrado que el estrés prenatal altera el microbioma vaginal e intestinal de la madre. Dado que los bebés adquieren sus primeros microbios intestinales al atravesar el canal del parto de su madre, los microbiomas de las madres constituyen la base de los de sus crías.
Investigaciones previas en humanos han demostrado que poco después del nacimiento, el estrés experimentado por el bebé mientras está en el útero y la propia angustia psicológica de la madre influyen en el microbioma infantil. Y aunque se sabía que los efectos del estrés prenatal en el microbioma de los roedores persisten en la edad adulta, los científicos aún no sabían cuánto tiempo después del nacimiento permanecían las alteraciones en los humanos, ni si afectaban a la siguiente generación.
El estudio investigó las consecuencias del maltrato a las madres durante su infancia, la ansiedad durante el embarazo y la exposición de sus hijos a acontecimientos vitales estresantes en 450 parejas madre-hijo de Singapur cuando los niños tenían 2 años. Los investigadores pidieron a las madres que recordaran los abusos, la negligencia u otros malos tratos que habían sufrido durante la infancia, y las sometieron a pruebas de ansiedad durante el segundo trimestre del embarazo.
Los investigadores también entrevistaron a los cuidadores principales de los niños para conocer los acontecimientos estresantes que habían vivido, así como su comportamiento y salud en general, durante sus dos primeros años de vida, y recogieron muestras de heces de los niños. Los investigadores controlaron los ingresos familiares, que a menudo sirven como indicador de la adversidad en la infancia.
Los niños cuyas madres declararon más ansiedad durante el embarazo presentaban microbiomas en los que las especies de microorganismos tenían poblaciones de tamaños similares, una métrica que los biólogos denominan «uniformidad» y que no se había encontrado antes. Normalmente, las poblaciones de las distintas especies que componen la microflora intestinal son más «grumosas», con algunas especies abundantes y otras menos comunes. En la muestra del estudio, sin embargo, esas diferencias eran menos prominentes, y las poblaciones eran de tamaños similares.
Los microbios intestinales de los niños que experimentaron acontecimientos vitales estresantes después de nacer también tenían menos diversidad genética, lo que significa que los microbios que vivían en el intestino de cada niño estaban más estrechamente relacionados entre sí de lo que suelen estarlo esos microbios.
Sin embargo, aunque un mayor número de experiencias adversas se correlacionaba con una menor diversidad genética microbiana en cada niño, la cantidad de adversidades no parecía afectar a la similitud de los microbiomas intestinales de los niños entre sí. Seguía habiendo variaciones entre los niños.
Los investigadores también hallaron algunos tipos de problemas de comportamiento y de salud mental asociados a la abundancia de ciertas especies en el microbioma intestinal. Aunque ninguna de esas especies eran las mismas relacionadas con la adversidad en este estudio, los autores señalaron que algunas se han asociado con la adversidad en estudios anteriores y pueden desempeñar funciones similares a las especies que están relacionadas con la adversidad.
LAS BACTERIAS Y EL COMPORTAMIENTO
La conexión cerebro-microbioma intestinal se desarrolla rápidamente durante los dos o tres primeros años de vida, y es probable que los cambios debidos a la adversidad demostrados en el nuevo estudio tengan alguna influencia en el desarrollo socioemocional de los niños.
Un área de estudio incipiente llamada psiquiatría nutricional, que investiga cómo los cambios en la dieta podrían afectar a la salud mental, se está desarrollando a medida que los científicos aprenden más sobre la conexión cerebro-microbioma intestinal.
«El microbioma recibe mucha atención y es muy emocionante, pero en realidad es sólo una pieza del gran y complicado rompecabezas de la salud humana», afirma Bridget Callaghan, profesora adjunta de Psicología en la UCLA y autora principal del artículo.
«Nuestro estudio forma parte de un conjunto creciente de investigaciones que muestran los efectos de la exposición temprana y la experiencia transgeneracional en el microbioma. Cuando comprendemos cómo las experiencias de penuria pueden influir en el microbioma intestinal, podemos intentar manipular la dieta, los suplementos y el estilo de vida para lograr efectos positivos en el microbioma intestinal de un individuo y en su trayectoria de desarrollo más amplia.»