¿Y si nuestra especie no nació solo una vez? Nuevos hallazgos fósiles en Asia sugieren que Homo erectus pudo mezclarse con sapiens y Denisovanos, complicando la historia de la evolución humana.
Foto principal: Cráneos de Homo erectus (izquierda) y Neandertal (derecha). Ahora sabemos que los neandertales dejaron rastros genéticos en las personas que viven hoy en día. ¿Podría ser lo mismo en el caso del Homo erectus? (Crédito de la imagen: Sabena Jane Blackbird / Alamy)
La evolución humana es el proceso biológico mediante el cual los homínidos, nuestros ancestros y parientes extintos, dieron lugar al Homo sapiens. Pero la nuestra no ha sido la única especie de seres humanos. Convivimos con Neandertales y Denisovanos, con quienes compartimos genes.
El relato clásico de nuestra especie suele empezar en África, donde se sabe que surgió el género Homo hace millones de años. Sin embargo, nuevas investigaciones están poniendo en entredicho la idea de un único origen del Homo sapiens. Para la antropóloga biológica Sheela Athreya, de la Universidad Texas A&M, la historia se vuelve más complicada en cuanto nuestros antepasados salieron del continente africano. Según ella, a partir de ese momento “todas las apuestas se cancelan, porque la evolución va a tratar a cada población de manera diferente”.
Athreya plantea que no hubo un solo punto de partida para los sapiens modernos, sino múltiples trayectorias evolutivas en distintas regiones, que acabarían convergiendo en la especie que somos hoy. Asia, y especialmente sus fósiles, son clave para entender este proceso.
El registro fósil muestra que Homo erectus llegó a lugares como Java, en Indonesia, hace al menos 1,5 millones de años, y allí habría sobrevivido hasta hace unos 108.000 años. Lejos de extinguirse abruptamente, Athreya sugiere que estos erectus podrían haberse mezclado con sapiens cuando estos llegaron a Sumatra, hace unos 73.000 años.
Así se mezclaron las especies humanas
En China, la situación se complica aún más. Hace unos 300.000 años, los fósiles muestran cambios llamativos: las formas corporales se volvieron más variadas y ciertos rasgos, como dientes más suaves y parecidos a los de neandertales y sapiens, comenzaron a aparecer. Esto podría indicar que Homo erectus asiáticos no desaparecieron del todo, sino que dejaron huellas genéticas en poblaciones posteriores.
Réplicas de cráneos de Homo sapiens (izquierda) y Homo erectus (derecha). Un experto cree que el H. erectus pudo haberse cruzado con el H. sapiens en Asia. (Crédito de la imagen: Sabena Jane Blackbird / Alamy)
La comparación con otros casos conocidos es inevitable: los neandertales dejaron rastros en el ADN de las poblaciones europeas, mientras que los denisovanos aportaron genes a comunidades actuales en Oceanía y el sudeste asiático. ¿Podría ser que Homo erectus también siga vivo, en parte, en nosotros?
El antropólogo Adam Van Arsdale, de Wellesley College, apoya esta visión más flexible: en el Pleistoceno, afirma, los humanos “no eran tan distintos” y podían cruzarse allí donde coincidieran. Lo que antes parecía imposible (la mezcla entre especies que a simple vista tenían aspectos muy diferentes) hoy se ve como una posibilidad real.
El problema es que hasta ahora no se ha podido extraer ADN de fósiles de Homo erectus, pues son demasiado antiguos. Sin embargo, técnicas recientes que permiten recuperar proteínas de huesos fósiles podrían abrir una nueva ventana genética sobre su destino.
Un candidato que podría aclarar este misterio es el grupo de los denisovanos. Solo se conoce un cráneo parcial y algunos huesos y dientes de esta población, descubiertos en Siberia, pero su parecido con Homo erectus ha llevado a Athreya a una hipótesis audaz: que los denisovanos no fueran una especie distinta, sino erectus tardíos.
“Yo no creo que la genética vaya a demostrar que Homo erectus fue una rama muerta”, asegura Athreya. “Espero que los denisovanos sean erectus”.
Aun así, falta mucho por resolver. En Europa y África, la combinación de fósiles, herramientas y ADN ha permitido reconstruir gran parte de la historia humana. En Asia, en cambio, aún reina la incertidumbre. Hasta que no se unan de manera sistemática datos genéticos, arqueológicos y fósiles en el sudeste asiático, la imagen de cómo se forjó nuestra especie seguirá incompleta.
Lo que sí parece claro es que la historia de los sapiens no es tan lineal ni tan exclusiva como se pensaba. Asia podría ser el escenario donde descubramos que no hubo un único nacimiento de la humanidad, sino varios caminos que, entre encuentros y mezclas, nos trajeron hasta aquí.